Universidad de El Salvador
Hacia la Libertad por la Cultura
Galería de Rectores
Anterior | Inicio | Siguiente



Miguel Ángel Parada

La universidad no fue fundada por el gobierno salvadoreño, fue creada por la Asamblea Constituyente que creo también el Estado Salvadoreño; universidad y estado tienen entonces la misma esencia ¡son producto de la voluntad popular y no decisión voluntaria de ningún gobernante. Por eso históricamente, la universidad se debe a su pueblo y no tiene compromisos con el gobierno. Así como surge, así se desarrolla y pasa todas las vicisitudes  de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. Todas las luchas de nuestro pueblo se han reflejado en una u otra manera en la vida universitaria. (Periódico El universitario, sección “Letra Viva” Febrero 1986)

Nació en la ciudad de San Miguel el 8 de junio de 1936, siendo su madre doña Carmen Parada. Estudió el bachillerato en el Instituto Nacional de San Miguel, posteriormente se trasladó a la capital. Cursó sus estudios universitarios en  la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales en la Universidad de El Salvador. La Filosofía del Derecho y la Sociología fueron las materias que más le atrajeron, habiéndose desempeñado como instructor y docente durante varios años.
Fue un gran amante de la poesía, la música, el teatro, habiendo participado en el Teatro Universitario en los años cincuenta. Compartió amistad con los poetas de la “Generación Comprometida”. Junto con el Doctor José Napoleón Rodríguez Ruiz, escribieron dos obras: “San Matías Destrabado y punto” y  “Rambo”, las que fueron merecedoras de reconocimientos, uno de ellos en los Juegos Florales de Quetzaltenango.
Su facilidad para el aprendizaje de idiomas extranjeros, le permitió hablar con fluidez el ruso que aprendió en la ex Unión Soviética, cuando cursó estudios de filosofía marxista y economía política, igualmente el francés, que perfeccionó durante los años de trabajo en la Facultad de Derecho.
Miguel Ángel Parada fue desde estudiante un gran defensor de la democracia, de los derechos humanos, de las libertades de los pueblos, habiendo participado en las diferentes luchas que se libraron en y desde la Universidad de El Salvador.             
Se desempeñaba como Director del Centro Universitario de Oriente, cuando fue nombrado Rector para concluir con el período del Rector mártir Félix Ulloa, y posteriormente ser electo como Rector de la Universidad de El Salvador, éste fue el reto más grande de su vida. Fueron seis años que culminaron en 1986. En ese período  el país se encontraba sumergido en la guerra, dirigir la UES entonces requería de una gran capacidad, de un nivel de conocimiento de la situación política que permitiera utilizar la estrategia adecuada para que, la Universidad que se encontraba en el exilio, recuperara su campus y su autonomía no se continuara violentando. Miguel Ángel Parada lo logró sin deponer sus principios, ni ceder ante nadie.
En sus años de Rectoría, logró que se desarrollara un gran movimiento de solidaridad internacional por el rescate del campus, la Universidad continuó su misión en el exilio, aún cuando el Doctor Parada fuera capturado junto a miembros del Consejo Superior Universitario. Hecho relevante es que este Organismo bajo su dirección, continuó funcionando desde el penal de Santa Tecla, como un ejemplo de congruencia con sus principios y de responsabilidad con el cargo asumido.        
Pasaron algunos años, no muchos, para recibir el golpe certero que sellaría el principio del fin de Miguel Ángel Parada. Su primera hija, Tania Valentina, estudiante universitaria, poseedora de un gran talento, comprometida con las causas sociales, dejó de existir en la noche de la ofensiva final del 11 de noviembre de 1989, cuando fue ejecutada por un miembro del ejército, recibiendo un disparo en la frente. 
Los últimos años de la vida de Miguel Ángel fueron de mucho sufrimiento, debido a las enfermedades que se le habían desarrollado en su paso por la rectoría de la Universidad de El Salvador y su tardío tratamiento le había provocado complicaciones cardíacas. Irónicamente la muerte le sorprendió en el ejercicio de la profesión, cuando se desempeñaba como Juez de Menores en Santa Ana, en julio de 1998. Su esposa Yolanda Guirola, sus hijas e hijos, lo llevaron a la Facultad de Derecho de la Universidad de El Salvador, como un gesto simbólico para despedir a un gran luchador, amante incorruptible de la Universidad, su Alma Máter, trasladándolo posteriormente a la ciudad de San  Miguel que lo vio nacer.